Hasiera > Artikuluak > 2011 > El chorizo electoral (2011-11-24)
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Jakue Pascual - Sociólogo

El chorizo electoral

Lo esperado. La derecha española arrasa. Los votantes del PSOE no creen en el cambio y los socialistas salen noqueados por el PP y magullados tras enzarzarse en una riña tumultuosa con la abstención, las tijeras de CiU, IU y UPyD y un sinfín de partidillos surgidos de la implosión indignada.

Amaiur, anomalía vasca. La izquierda independentista, soberanista y alternativa obtiene resultados históricos y representación en todos los herrialdes de Hego Euskal Herria. Siete que dan para más que un grupo parlamentario. La suma ha funcionado con respecto a Bildu, pero la adición no ha estado a su altura. Una advertencia a considerar, pese a que en esta ocasión se ha jugado en la arena estatal de la movilización televisiva bipartidista.

Pasado el pánico, el PNV afirma ser una fuerza equilibrada, pero el efecto Uxue a duras penas lo apuntala. La X de los jeltzales: una incógnita que despejaremos en las autonómicas. La mano está tendida y veremos si lo que les separa de un modelo más equitativo y democrático es su modelo autonómico de negocio acorde con la moda capitalista de temporada. Siempre hay que explorar las posibilidades en el punto de conexión reversible, allá donde Anasagasti pide socorro a los medios madrileños y Erkoreka apuesta por colaborar mareando la perdiz de la no política de bloques. Para Jáuregui lo que hay es una recalificación de fuerzas donde la prima de la paz ha ido para Amaiur, una situación «coyuntural» que abrirá un escenario inédito de alianzas.

La posición consolidada del independentismo plantea la necesidad de un acuerdo democrático para gestionar la «crisis territorial». «La Razón»: La peor noticia. Según Cospedal, «es lo que hay». Barcina y Basagoiti atorados. El PP no recibe. Los inversores saludan su victoria con una subida de la prima de riesgo que se traduce en recortes. Suposición autoritaria de los especuladores: Un gobierno fuerte lo tiene más fácil.

Pastor afirma la «vocación» de agotar legislatura, la proyección de resultados emite un sin prisa. Para el PNV el tiempo corre muy rápido. Rufi Etxeberria considera que «podemos crecer entre los votantes de PNV, PSE e IU». Pero yo no me olvidaría de las sensibilidades piratas y libertarias emergentes, ni que los ecologistas de Equo y los animalistas del PACMA suman en la CAV 21.500 sufragios. Ello obliga a reconsiderar el peso específico de los movimientos, organismos y colectivos alternativos que han conformado sobre el terreno la historia y la cultura de la izquierda independentista.

El reto es apasionante y no va a ser suficiente con diseñar un logo similar al de un cartón de leche, ponerse la corbata y deslizarse hacia una socialdemocracia enrocada en la unidimensionalidad identitaria. La autocrítica no es autocomplaciente. Eso sí, entre otros varios, contamos con dos factores para impulsar el proceso. El generacional como efecto del baby boom del desarrollismo que se ha socializado en gran parte en un espacio sociológico de izquierdas y abertzale. Y el de la ilusión por acometer un cambio en profundidad en el momento en que la crisis global deja en evidencia los límites democráticos, ecológicos y productivos realmente existentes también en territorio vasco.

 

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