Hasiera > Artikuluak > 2003 > La dama de la piedra esmeralda (2003-12-04)
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Jakue Pascual - Sociólogo

La dama de la piedra esmeralda

Hace muchos, muchos años, hubo una tierra media a ambos lados de los montes del cabrito. Auñamendi la llamaban los montaraces que allá moraban desde tiempos del diluvio -según narra un sabio rey castellano- protegidos por estrellas de ancestros y un círculo que los igualaba en la naturaleza común de sus leyes. Un espacio plegado por fuerzas telúricas, donde la épica y la historia se confundían hasta la paradoja, predisponiendo a los sentidos hacia signos de realidades mágicas. Un lugar de emboscadas, tesoros, gigantes que mueren haciendo sonar el cuerno, monjes guerreros del Grial, rebeldes, herejes y sortilegios. Y allá me hallaba, esperando, un día de Aberri Eguna. Mark Legasse acababa de fallecer y sus amigos íbamos a honrarlo. La cita era en Ibañeta, donde la garganta se abre profunda. Todavía no se había personado casi nadie y los que estábamos nos protegíamos del viento. De repente, en la cresta del promontorio, donde descansan las armas del furioso Roldán, el horizonte se recorta con tres siluetas siniestras, tocadas de pelo corto con raya a un lado y ataviadas con gafas opacas y gabardinas pardas ceñidas por cinturones a modo de uniforme. Rígidos para el ritual, oraban a fuerzas ocultas. Una consigna surgió como una llave mística de sus atipladas gargantas: ¡Tradición, Familia y Propiedad! Y se desvanecieron, como por arte de encanto, girando con disciplina militar al unísono sobre sus talones. Los vascones, entretanto, nos reuníamos para despedirnos de nuestro irónico bardo.

Más tarde me enteraría de la identidad de los conjurados. Se trataba de los miembros de una secta aria. Beatos que desprecian a la mujer, veneran los pelos y uñas de su fundador y de su madre, portándolos como reliquias. Con nombre exhibido en una divisa que escupe contra las razas consideradas inferiores, la erótica de las pasiones y la separación territorial del Imperium. Reproducciones de la Thule Gesellchaft, de la Orden Negra de Himmler, de la terrorífica Ahnenerbe para la investigación de la herencia que, junto con la teoría del espacio vital de Haushofer, desembocarían en los campos de concentración, tras arrasar experimentalmente la ciudad de Gernika.

La batalla por la tierra media de los vascos ha comenzado. Los lugares donde moran sus mairus se hallan amenazados. Llegan los rastreadores del reino de las sombras. Sólo una piedra, la esmeralda que portan en el centro de su enseña, la que regaló a Salomón la Reina de Saba, podrá multiplicar la potencia de la luz de este pueblo milenario que hunde sus sabias raíces en el árbol de las libertades.

 

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