Hasiera > Artikuluak > 2003 > Contacto chat (2003-01-16)
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Jakue Pascual - Sociólogo

Contacto chat

Muchas cosas están mutando alrededor; tanto, como modificándose el territorio sobre el que nos asentamos. La inmigración se ha disparado, ya no es sólo peninsular, es también transcontinental, y otros colores de la piel tuestan los pálidos rostros a los que estábamos habituados. Mientras, la movilidad interior se traduce en un vertiginoso flujo diario de cuerpos que se trasladan de una conurbación a otra. La urbanización apisona, expandiendo las ciudades en proporción con el incremento del modelo especulativo y con el perfeccionamiento de la zonificación. Y toneladas de imágenes decodifican las verdades eternas, encontrándonos retazos de ellas ocultas entre casualidades tangenciales y superposiciones esporádicas de contactos.

Antes, uno iba a esperar a la chica que le gustaba a las puertas del colegio o de la oficina. La secuencia de la coincidencia era directa. El movimiento iniciaba su danza, las palabras sonaban cercanas, muchas veces como un susurro, las mejillas se sonrojaban... Un juego de seducciones cuyo desenlace era intuido en sus variaciones. Mientras que, actualmente, el procedimiento se transfiere al medio, salvo en la conclusión que se da por sobreentendida. El universo del chat ha transformado las artes amatorias y comunicativas, pero ya nadie muere de pasión en la distancia imposible; ahora se coge el vehículo y se prueba la calidad del contacto; el que prospere dependerá de la fidelidad de lo comunicado o de la capacidad de generar la sorpresa necesaria. Antes, la mayoría de las relaciones se producían en un área de proximidad de la persona, un círculo que se ha dilatado unos cientos de kilómetros, siendo cada vez menos residuales los ligues transoceánicos. De repente, caemos en la cuenta que son muchos los cercanos que chatean para enrollarse lejos (o para comunicarse sobre cualquier cuestión).

Y, así, pasamos el tiempo circulando, y el sentido se convierte en puro tránsito. Por lo que, disminuidos para echar raíces, nos transplantamos en recipientes de comunicación (coches, computadoras, teléfonos...) que derivan a través de conexiones efímeras. Por eso, cuando la realidad supone hastío de lo inmediato, la alternativa conlleva reubicaciones. Instalándose las mismas en la fragilidad, entre la velocidad de traslación y la pérdida del tiempo; implicando una circulación que, al incrementar su necesidad, contrae los momentos realmente vividos. La movilidad es una evidencia y no sucumbir a la vorágine otorgará profundidad a los sentimientos de una época.

 

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