Inicio > Artículos > 2003 > Pasaje aborigen (2003-05-22)
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Jakue Pascual - Sociólogo

Pasaje aborigen

Si algo nos define, incluso más que las propias calificaciones, es la relación con los otros. De esta manera, Txepetx profundiza en la intrahistoria vasca, en la dualidad que interactúa entre los polos opuestos de la consideración del otro como hermano o enemigo, como primitivo o civilizado. Pero lo que nos ha salvado de nuestra propia disolución -y nos ha hecho grandes- ha sido el ubicarnos, en alianza con otros pueblos, en el cuestionamiento del poder absoluto del momento.

Historias de amor y de guerra que se dan cita en la trama del mundo, entre choques de cosmovisiones, Cuentos que filtran destellos de un ser, por entre la cortina del tiempo en que Aníbal arrastraba por los Alpes a los pueblos sojuzgados -entre ellos los vascos- para caer sobre el centro del orbe. Momentos de un resurgimiento político aquitano asociado al duque Félix de Toulouse y a los habitantes de las tierras próximas, frente a los invasores del norte. Preludio de la asociación con los Qasi, que otorgará la independencia tras derrotar al Magno. Interacción que funcionará hasta que la tenaza de la religión y el interés de sus vecinos se cierna sobre Euskal Herria; a pesar de los fallidos intentos del sabio Sancho por encontrar la potencia del cristal en alianza con los pueblos del norte de Africa, en una leyenda que se confunde entre el amor a un pueblo y a una princesa.

Es la historia de la conquista de Canarias, cuando fuera visitada por Abendaño; padre de Ico; madre de Guardafia; la que casara con Guanarame; aquel jefe que encontrara el genocida Betancourt en su arribada a las islas. Relatos de pasión y rebelión frente a la tiranía de los Colón, que encarcelan a Guevara por no repudiar a su esposa Higuemota de la tribu de los jaragua, abuela de Mencia, que casara con aquel Guarocuya que -según las crónicas- fuera el primer americano que arrancó un tratado de paz a los bárbaros. Vidas como la de Pedro de Rentería y su lucha contra las encomiendas, entonces cuando se negaba el alma al salvaje. Navíos sin abanderamiento, para los que el comodoro Leigh demanda un escarmiento, tras ser derrotado por algonquinos y vascos. Y lord Palmerston ofrece 500 libras por la cabeza de un Ras Mikel que apoya la sublevación etíope.

Conozco dos raseros de medir el mundo: de manera solidaria y horizontal o de forma represiva con individuos jerarquizados en una escala de intereses. En una y otra postura estamos los vascos, rotos entre una alianza aborigen que resalta la esencia de una presencia o la sumisión que disuelve todo matiz en Imperio. ¡Tú mism@!

 

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