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Jakue Pascual - Sociólogo

Un, dos, militaradas

No hay nada que no tenga su momento, midiéndose la oportunidad por la elección del instante de la acción. Quien decía esto era el Cardenal Retz, una de las mentes políticas privilegiadas de la historia. Y nosotros nos preguntamos qué comentaría este estratega al observar una de las recientes imágenes que ha recorrido el orbe, la de Bush, flanqueado por sendos militares de alta graduación admirando las maniobras de las fuerzas dispuestas a intervenir en Irak. Cuando, al posar el cursor del ordenador sobre la fotografía, acercamos la instantánea y percibimos que los binoculares del presidente conservan las tapas puestas. Con tal amplitud de miras del primer hombre del Imperio, no es extraño que los yankees piensen que la Península Ibérica se encuentra al lado de Guatemala.

Algo similar debió suceder a la delegación de destacados miembros de las armas españolas cuando, el pasado 4 de noviembre, visitaron el Pentágono; el emblemático edificio contra el que recientemente se estrelló... Por cierto, ¿qué era? ¿Una avioneta pilotada por un miembro de Al Qaeda o un misil teledirigido por una poderosa secta de extrema derecha?, por citar dos de las principales hipótesis que han circulado por los media. Así no es de extrañar que, con tanto sobresalto terrorista, las medidas de seguridad se redoblen, pero no hasta el limite de la descortesía de hacer pagar las hambúrguesas a la delegación española invitada, imponiendo así de facto el principio de subsidiariedad imperial. Pero el negocio es el negocio y mientras unos anticipan nuevos escenarios bélicos en las recientes superproducciones de Hollywood, donde un Schwarzenegger minimiza el daño colateral causado por la política exterior estadounidense al enfrentarse en Colombia a los guerrilleros-terroristas o en las que los marines intervienen en Somalia (Black Hawks, derribado) para retirar de circulación a un neofeudal señor de la guerra; otros, se contentan con producir videojuegos como Tormenta Azul, donde las aguerrida tropas hispanas toman y mantienen el control de la isla Perejil y de sus cabras.

Sun Tzu, en El Arte de la Guerra decía que la victoria se construye. Entonces, ¿cómo se vence al enemigo mirando por los prismáticos con las lentes tapadas? Bombardeando a bulto que, además de hacer rentable el ejercicio de la guerra (debido a que la industria armamentista fabrica de esta manera cantidades ingentes de proyectiles), produce el efecto de dejar hoy el menor número de supervivientes, por si acaso mañana éstos se vuelven en contra del Imperio.

 

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